Si bien es cierto que las y los niños suelen adaptarse rápidamente a los cambios las recientes investigaciones en neurociencias respaldan la importancia de mantener contacto social, juego al aire libre y actividades extra escolares durante la etapa infantil.


Debido a la prolongación del periodo de contingencia ante COVID-19 las familias debemos continuar en aislamiento un periodo más largo de lo que pudieramos estar habituados, esto puede repercutir significativamente en la salud mental no sólo de los adultos, sino también de niñas y niños.

¿Cómo pueden saber mamás y papás si sus hijos están siendo afectados por esta situación?

Más irritable o inquieto de lo normal. Si tu hijo se enoja fácilmente, rompe en llanto sin razón, no puede mantenerse quieto o discute frecuentemente contigo o con sus hermanos.

Preocupaciones excesivas sobre la muerte o las enfermedades.
En sus juegos cotidianos o dibujos suele hacer representaciones de personas enfermas, hospitalizadas, muertes o funerales. Manifiesta sentirse preocupado por enfermarse o que sus abuelos o padres se enfermen o mueran.

Dificultades para conciliar el sueño. Más allá de que el cambio de rutina diaria afecta también el horario de ir a la cama, si notas que a tu hijo le cuesta dormir, se despierta con miedo, no quiere dormir solo o llora antes de dormir es momento de que busques apoyo profesional.

Actualmente hay muchas organizaciones, consultorios y programas de salud mental disponibles de forma online, que pueden acompañarte a distancia asesorándote sobre cómo abordar esta situación y acompañar emocionalmente a tus hijas e hijos durante este periodo de contingencia.

Psic. Claudia Solana

Terapeuta infantil

Fundadora y Directora General de ICAAPS A.C.